viernes, 3 de diciembre de 2010
Esta tarde viajo a una vereda cercana a Bogotá, con un clima medio, mucho verdor, montañas y bellos paisajes.
Mi tierra está azotada por las torrenciales lluvias, muchos pueblos han sido invadidos por las aguas y miles de personas han perdido la vida y otras se quedaron sin hogar.Sus animales de trabajo y los cultivos arrasados por la fuerza de la naturaleza.
Amo la naturaleza pero también le temo, cuando sus fuerzas se salen de control nada las detiene, llevando a su paso, como la guerra, el palpitar de la vida.
Hasta cuando, no se
Calmate cielo
no desbordes sobre la tierra
tu arrasadora furia
Deja pasar el sol
sobre los campos
y que la vida floresca
Cielo azul
dile adios a las nubes
ahuyéntalas
allende de los mares
las montañas y los valles
jueves, 4 de noviembre de 2010
CAMINOS
sábado, 22 de mayo de 2010
Poema
Cuando las plantas están cerca conversan, tal vez de lo descuidados que son en esa casa, no se preocupan por echarles agua o quizá nunca abonan la tierra envejecida o no les dan suficiente sol para crecer.
Las plantas con sus bellos colores y formas dicen sin palabras lo que es la vida.
TIEMPO
El tiempo es cada minuto
que vivimos
El instante en que sale el sol
la primera gota de lluvia
el llanto del recién nacido
el último aliento al morir
el verde exuberante de una hoja
El tiempo
es el beso del hijo
el abrazo del amigo
la lágrima que se escapa
cuando el dolor nos toca
Cada minuto que vivimos
nada mas
martes, 16 de marzo de 2010
miércoles, 27 de enero de 2010
Lectura de poemas en el Centro poético Colombiano 2009
Al leer se crea una comunicación directa con las personas que escuchan. No es facil ponerse frente a un micrófono y dejar que fluya la palabra: libre, clara y entendible especialmente en los primeros minutos.
No miro hacía el publico y hago de cuenta que estoy sola y esto, como creo que a todo el mundo le sucede, hace que se vaya el temor.
¡Un abrazo a los poetas del centro por su amistad y compañerismo!
domingo, 24 de enero de 2010
El Roce
Me esperaba un largo viaje, con trasbordo incluído. Para variar leía poesía, haciendo un juego de palabras entre los dos autores. Me encontraba concentrada en mi labor, más como diversión que ejercicio poético, cuando el puesto del lado fue ocupado por un hombre alto y fornido, situación que me obligó a pegarme a la ventanilla para darle espacio. Estaba tan entretenida con el jueguito que ni siquiera lo miré.
Empezó a conversar con el vecino de la otra silla. Por unos pocos minutos escuché que el que estaba primero le dijo: -Ve me enteré de la muerte de tu papá, lo lamento mucho, era un gran tipo.
-Si se enfermó de gravedad y no pudimos hacer nada. ¡Que lástima de mi viejo.-¿Y a vos como te trata la vida?
-Pues bien hermano viajo para la costa a visitar a un hijo que trabaja en Cartagena.
Fue lo único que escuché de la conversación, concentrándome de nuevo en la lectura.
De pronto me di cuenta que los hombres ya no estaban hablando. A causa de la estrechez del asiento percibí que su pantalón rozaba mi falda a la altura de nuestros muslos. El movimiento del bus hacía que sintiera un agradable cosquilleo.
Traté de alejarme lo más posible de la inquietante proximidad cambiando de puesto, pero recordé de inmediato que todos estaban ocupados.
Resignada y muy complacida permití que las cosas siguieran en igual forma.
Habíamos recorrido otro trayecto; un tanto cansada de la posición traté de cruzar la pierna. Al no tener espacio simplemente la apoyé sobre la otra, y fue en ese momento cuando se unieron nuestros muslos a través de las telas. Sentí una oleada de calor que subía desde los pies hasta las caderas, en una deliciosa explosión de placer.
Unos minutos después el bus se detuvo. Habíamos llegado a Pereira. Entonces fue cuando nos miramos por primera vez. En el fondo de sus ojos verdes alcancé a vislumbrar una chispa de deseo. De inmediato supe que él había experimentado la misma sensación.
Me miró fijamente diciéndome:
-¿Y vos para donde vas?
-Para Bogotá, le respondí casi en un susurro... ¿y usted?
-A Medellín. me contestó con marcado acento paisa
Se levantó del asiento y con dos dedos se tocó la frente como signo de despedida.
-Este ni ningún otro camino nos encontrará de nuevo.
Empezó a conversar con el vecino de la otra silla. Por unos pocos minutos escuché que el que estaba primero le dijo: -Ve me enteré de la muerte de tu papá, lo lamento mucho, era un gran tipo.
-Si se enfermó de gravedad y no pudimos hacer nada. ¡Que lástima de mi viejo.-¿Y a vos como te trata la vida?
-Pues bien hermano viajo para la costa a visitar a un hijo que trabaja en Cartagena.
Fue lo único que escuché de la conversación, concentrándome de nuevo en la lectura.
De pronto me di cuenta que los hombres ya no estaban hablando. A causa de la estrechez del asiento percibí que su pantalón rozaba mi falda a la altura de nuestros muslos. El movimiento del bus hacía que sintiera un agradable cosquilleo.
Traté de alejarme lo más posible de la inquietante proximidad cambiando de puesto, pero recordé de inmediato que todos estaban ocupados.
Resignada y muy complacida permití que las cosas siguieran en igual forma.
Habíamos recorrido otro trayecto; un tanto cansada de la posición traté de cruzar la pierna. Al no tener espacio simplemente la apoyé sobre la otra, y fue en ese momento cuando se unieron nuestros muslos a través de las telas. Sentí una oleada de calor que subía desde los pies hasta las caderas, en una deliciosa explosión de placer.
Unos minutos después el bus se detuvo. Habíamos llegado a Pereira. Entonces fue cuando nos miramos por primera vez. En el fondo de sus ojos verdes alcancé a vislumbrar una chispa de deseo. De inmediato supe que él había experimentado la misma sensación.
Me miró fijamente diciéndome:
-¿Y vos para donde vas?
-Para Bogotá, le respondí casi en un susurro... ¿y usted?
-A Medellín. me contestó con marcado acento paisa
Se levantó del asiento y con dos dedos se tocó la frente como signo de despedida.
-Este ni ningún otro camino nos encontrará de nuevo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)